¿Son las grasas tan malas como creemos?
Las grasas en la dieta han sido muy mal vistas en las últimas décadas. Tanto la grasa que comemos como la grasa que acumulamos en nuestro cuerpo. Centrándonos en la grasa de los alimentos y especialmente en el aceite de oliva, se ha demostrado de manera inequívoca que éste protege de enfermedades cardiovasculares y puede darnos otros beneficios.
Siempre se ha atribuido a la presencia de grasa en la dieta un exceso de grasa corporal, por ello cada vez son más comunes los productos light, bajos en grasa o 0% de materia grasa. Sin embargo, estadísticas demuestran que estos productos no han disminuido el avance de la obesidad y es que éstos productos dan una sensación de falsa seguridad y acabamos comiendo mayor cantidad.
Se ha demostrado recientemente que el consumo de aceite de oliva puede contribuir a la pérdida de peso. Esto es debido a que el mayor aliado contra la obesidad es el control del apetito, así no comer más de la cuenta. Pues, se ha demostrado que el aceite de oliva nos ayuda especialmente a esto, es decir, nos hace sentir más llenos, satisfechos y sentir menor tentación a comer otras cosas.
Aunque esto no nos debe llevar a pensar que las grasas son inocuas y se pueden consumir sin medida. Lo que nos quiere decir esto, es que el aceite de oliva se puede consumir dentro de una dieta equilibrada, con un consumo sensato y sin pasarse, ya que no deja de ser una grasa, y porque este aceite tiene beneficios cardiovasculares y además nos ayuda a sentirnos saciados.
Si queréis leer la noticia y en qué consistió el estudio que demostró esta propiedad saciante, os dejamos aquí el enlace:
Publicado el abril 5, 2013 en Alimentación y salud, Mito o realidad, Noticias y actualidad y etiquetado en Aceite de oliva, Alimentación y salud, Grasa, Obesidad, Poder saciante. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
Mucha razón chicos 🙂 Las personas nos creemos lo que vemos en la tele, y no nos damos cuenta de que a veces dicen cosas como «puede», o simples frases en futuro. Para saber elegir los alimentos calóricos deberíamos saber distinguir entre grasas saturadas e insaturadas, así sabríamos cuales son las que tenemos que consumir y no equivocarnos (aunque todo en su justa medida).